Saturday, February 17, 2007

CALLES DEL TIEMPO

CALLES





DEL TIEMPO




Santiago quintana




















NORTE

LA AVENIDA MADRE



Todos por ella morían
Ella no moría por nadie
Era en si misma lujuria y pasión
En sus esquinas rumia la puta triste
La puta alegre y el marica enfermo
El trasvestie se pierde en su mueca
Y en su tacón lejano
La luna menguante acecha como vampiro
Ávido de sangre.
Las criaturas de la noche aparecen
En busca de su humo empalagoso
De su polvo extraviado
Empieza su lento desfile
Entre las sombras los fantasmas
De tiempos pasados
De Mónaco, de Long Beach,
De Venecia, del viejo Club Burgués
Suicidas y asesinados
Desfilan…
Las mujeres más hermosas
De nuestra generación se arrastran
Tras el capo de turno
En busca de su oro.












DE SENECTUDE


Hoy me he visto en tanto viejo
Que no hay siglo
Que no sepa de mí.
No hay palabra que no muera,
Cual estrella perversa.
En el bar de los turcos, ser viejo,
Es una razón de ser.
El espíritu muere en ese café
Es una rumorosa antesala
Del infierno.
Una quieta algarabía
De enfermedades
De explicaciones menesterosas
De un ayer que ya no existe
De la política de la locura
Convertida en el drama
De un fin de semana de alcohol
Logorrea infame.
La vejez es resta no adición.
Frío convencimiento de muerte.
Afilado espacio de vida.
Alucinado miedo de ser.








HOSPITAL DE GUERRA


Las aceras de la ciudad
Están sembradas de moribundos,
Son los que van a morir de hambre
Junto a las basuras y las moscas
Que aran en esas heridas
Que hacen músicas macabras.
Nadie los mira
Yo no los miro
Me he acostumbrado tanto a ver la muerte
Que como todos, me quejo de las basuras
Y de las moscas y su zumbido satánico.


También,
Los hospitales y su rutina de heridas y dolores,
Aparecen en mi sueño.
Son hospitales de guerra con sus enormes faros ciegos
Son hospitales de despojos con sus monstruos amputados
Con sus enormes pasillos por los cuales camino
Entre ulcerosas confirmaciones de la carne.


















EL HOMBRE DESGUARNECIDO



La vida lo convirtió en esa sombra del espejo
Que reflejan sus sueños
Unos sueños borrosos
Apenas esbozados en esa escritura ciega
Y confesiones de fe tardías.
Sorprendido por las fieras del pasado
Que escrutan con sus garras escombros
A cada paso temeroso
Que apenas atina a dar
Por entre sendas de olvido.
Ha perdido todo lo que le quedaba
Los amaneceres frente al mar
El vino y su sabor de olvido
La mujer que desapareció frente a el
Una mañana de agosto
Ya no espera, ni lo esperan
El viento es un triste tormento
Y la lluvia le repite monocorde
La soledad de su vida.
La muerte no es remedio para nada
Ni siquiera existe
Se dice cruel y se pierde
En la multitud que es el mismo.















CANCION DEL PARQUE

Siempre contando los años
Como si se tratase de las cuentas
De un relicario.
Obsesivo año tras año
Como si el tiempo fuese un error
Agresivo oculta cada arruga
No sin algún pudor
Y se aventura a vivir sin el
Para luego quererse devolver
Ante el enfermizo abismo de la soledad
Y se acurruca en un rincón
De cualquier habitación
Donde no lo encuentre el sol...





















EN EL PARQUE DEL PEÑON

En el parque del Peñón la luz juega
A ser un pajarito, el pajarito sueña
A ser un niño y el niño sueña
En el regazo de mama con un pajarito que canta
Sobre el lomo del sol.

Entonces despierta y corre tras el
Tras su último rayo
Tras la última canción
En la penúltima rama
Donde el pajarillo canta
La llegada de la noche
De la silenciosa noche
De las lejanas estrellas
En las que alguien también nos sueña
En las que alguien también nos canta.


Canta: La sombra de una sombra
La manita toca
Toca la aurora y el crepúsculo
Sobre la pared blanca
En el cielo azul
Que es sombra y luz
La manita toca su sombra.












LA LUNA

Vio por primera vez la luna
Busco llegar a ella como primera etapa
Para llegar al sol.
¡Allí esta! decía, aquí vuelve, repetía.
Vez tras vez, incesante
No era Luz
Solo le habían dado su reflejo.

Espejo vano.
Entonces pensó con ella atrapar el sol
Ese sol huidizo, ese sol que dejaba su recuerdo
En esas frías noches.
Imagen y semejanza,
Que era falsa luz y oscura esperanza.



















SUR

INFIERNO PERSONAL

En mi barrio lo llaman el loco
Y dice:
Me pusieron aquí para expiar vidas pasadas.
A la deriva,
En este pequeño infierno
Para mitigar el dolor en la piel de otros
Para sangrar con ellos y purificar la razón
Con mi locura.
Me olvidaron aquí.
Me mataron para que no muriera.
Plantaron un jardín
Ríos, árboles, seres vivos
Y nos entregaron a un ritual diario
Y dagas para hacernos sangrar.
Dioses perversos
Viven de este humanero.
Grandes centros,
Llenos de mercancías inútiles
Un criadero de seres y objetos
Que conversan interminables.
Conversaciones sobre como poseer
Sobre tener.
Se alimentan del dolor y alimentan
Con su propio dolor a otros.
No hay escapatoria posible.









CONSEJOS PARA DESCREER


Descreed del tiempo y sus errores
Del tormento de los días y de las cosas
Que fustigan incesantes la mirada.
Solo eres abandono de los dioses
Cuerpo y alma en un solo y poderoso abismo
Y ¡Dolor! ¡Dolor! ¡Dolor!
Incesante en la piel y en la luz de tus costados.
En los cuatro puntos donde yaces crucificado.
No necesitas saber más que vas a morir
No tienes otra razón para vivir
Que tu propia muerte.
Es a ella a quien tienes que acudir siempre.
Es ella tu única amiga,
Tu frazada diaria de esperanza.





















SIN SABER DONDE

El no sabe donde poner la cabeza
A no ser en la almohada.
En busca de una salida.
Un devora-luz
Un devora-almas.
¡La mente ordena!
¡La mente manda!
Y ¿donde yo?
¿Donde?
Se pregunta a cada instante.
No cree sino en la intensidad
De su presente.
Nadie ha sido creado
Nadie existe, ¡nadie!
Nada tendrá fin
Estamos atrapados en una
Extraña y macabra sintaxis.


















UN PARQUE DE WHITE PLAINS

En un parque de White Plaines
Un hombre contempla como cruzan los trenes.
Pasan como una luz más
Del crepúsculo de otoño.
Atraviesan el horizonte y parece que llegaran
Con todos sus amores desde el trópico lejano.
Pero ¡no!
Nadie llega en esos vagones.
Desde ese parque nuestro hombre
Ese que fue, que fuimos, que somos
Bebe la última copa de otoño
Y espera otro invierno
Otros trenes llenos de vanas ilusiones
De seres como el, como nosotros.
Eternamente solos sin vida, ni muerte.




















LA ESTACION DE CONNECTICCUT

Las historias que narran los trenes
Se escriben
En esta estación de la memoria
Cuando espero a ese ser
Que nunca he sido
Observo el regreso de otros.

Ellos vuelven entre estruendos de acero y humo.
Fantasmas en busca de sus cuerpos.
Cuerpos anhelantes
De un lugar en la memoria.
Desfilan siluetas luminosas
Serpentean en cada vagón
De un tren innumerable
De un solo quejido
De un solo e insondable abismo.

Lo veo en su callado estruendo
Desde esta fabrica de laberintos.

























SEPTIEMBRE DE 1998

En el horizonte están los días y las horas por venir
Cambiantes como las hojas de los árboles
Que caen urgidas de otras vidas.
También nosotros vamos mudando de piel
Vamos apagados y sumisos hacia la muerte
Nos llevan días, meses, años, de su mano
Por el pasaje del tiempo
Con sus estenografías diversas
Y diversas cosmogonías.


Con las ávidas porfías de la carne
Y las vanas algarabías del placer.
Septiembre se extiende cual hoja seca
A nuestros pies, crujen con su crujir de huesos
La memoria de los muertos
Ecos de los días por venir.


























UNA TARDE DE SABADO



Tarde de sábado lluviosa de recuerdos
Ansiosa de lejanías
Y el tiempo rondador de estigmas
Acaricia cada cosa que toca la memoria
Con su escoria de días.
El tiempo pasa callado
Mientras mi ser vuela en el vacío
El viento se acerca silencioso
Y otra vez huyendo del destino.





































EL FIN

Como en una película de terror
La vida empieza donde termina
La cesación de toda continuidad
No se ha dado
Y el mundo aguarda un nuevo día.
El humo se disipa
Y quienes osaron detener el tiempo
No se resignan a morir
Ignoran que no existe otra cosa
Que no sea muerte.
En las calles cual si fuesen campos de batalla
Destrozos del carnaval
Monumentos de otra guerra perdida
Pedazos de risa aquí y allá
Escombros de la fiesta.






















TARDES DE CALI

Largas tardes estivales donde el miedo a morir renace
Tardes donde el tiempo sin prisa pasa
Y despacioso parece recrearse
En su miseria.
Todo es posible entonces, la luz es más densa.
Cada hora, cada mínimo instante es valioso.
El leve murmullo es un himno de alabanza.
El río canta su canción de gesta
Viene de la montaña y trae
Sueños de mar y la magia de la tormenta
Los pájaros cantan sus canciones silenciosas
Sus canciones de soledad y de olvido.
Color murmura el sol en su clave secreta
Es una clave que aprendí cuando siendo un niño
Me enseñaste madre en esta misma calle
El amor como única razón para estar vivo.
El amor que convierte en tarde y luz de sol
Y canto silencioso esto que llamamos vida.

















RECUERDO LA NIEVE DE 1989


Mi amigo el mexicano
El que conocí la primera nevada
Del invierno de 1989
Ese día en el que viví
La primera nevada de mi vida
Aquel hombre pequeño
Que hablaba con vehemencia
De la revolución y de Lenin
Quien pensaba irse de New York
A un Paris con el que ya no soñaba.
Lo recuerdo hoy cuando compruebo que las cosas
De la vida van siendo recuerdo
Es decir, Cuando comprendo que me pongo viejo.
Lo recuerdo Hoy cuando en mi trópico amado
La nieve y su blancor huyen irremediablemente
Aun en este invierno.
Lo veo ahora cuando memoria se regocija
En el pasado.
Mientras camino
Por estas calles en que las estrellas
No están a mi lado.













LA VIDA NOS ABANDONO AQUI


La vida nos abandono sobre este verdor
Nos dejo y se marcho con el viento
Un día de mayo de mil novecientos y tantos
Nos abandono cuando aun teníamos por hacer
Y nos dejo vagando
En este deambular por mundos insondables
Y ¿la palabra muerte entonces?
Ese mágico vocablo que podría liberarnos
De esta eternidad
¿Porque nos fue vedado pronunciarlo?
Fuimos condenados a esta eternidad miserable
A esta soledad
Eso es todo, eso es ¡nada!





























ESTE O ESTE


SOBRE LOS MUROS

Cuando veo sobre las paredes reflejados los sueños
Sueños de amor, sueños de desilusión
Deseos destrozados sobre muros inciertos
Frases elementales de hombres y mujeres
Que rompen su anonimato con gritos de dolor
Con sus gritos simples de amor
Entonces la ciudad
Ya no es una multitud de algarabías
Entonces la ciudad
Ya no es tráfico de cuerpos
Ni feroz escrutinio de compra y venta
Entonces la ciudad vive y canta
Sobre muros ciertos
La ciudad es Maryury y Paola
Y Johnier y Andrea que se amaran por siempre.
“Osmaru mi niño” o el grito desgarrado
Escrito en una noche desolada
Por un amante ebrio:
“Te amo nena mía,
Tu Nene no soporta esta soledad”.











EL PARQUE DE VERSALLES


En el parque de Versalles al atardecer los viejos van
A la misma banca adonde van siempre
Se sientan y miran hacia alguna parte
Cualquier parte, porque adonde ellos miren
Esta el olvido.
Cualquier lugar adonde ellos miren
Esta hecho de escombros de otros tiempos
El horizonte esta más cerca
A unos torpes pasos de esos bancos fríos y grises
Esta el horizonte mas cierto
Ese al que rehúsan cada día
Con sus polémicas inútiles
Con sus charlatanerías
Con sus blasfemias y sus dicterios
Con sus fantasmagorías.
Es un horizonte cercano
De luces opacas e ineludibles silencios.


















EL PARQUE DEL ALAMEDA

En el parque del Alameda, mi barrio,
Mi pobre barrio de pobres
La vida transcurre sin prisa.
Al atardecer de una tarde tan parecida
A la de ayer; igual a las primeras que vieron
Mis ojos de niño.
Las mujeres sacan a sus hijos
Y esos hijos retozan en el césped
Como yo alguna vez retoce y entonces comprendí
Junto a mi madre, que el destino era este
Que la vida era esta vida, única e irrepetible.
En el parque de la Alameda, mi barrio,
Mi pobre barrio de pobres, vuelvo a verte
De tu mano esta tarde igual a otras tardes
Y vuelvo a sentir lo que sentí ese día
Que somos únicos.
Y entonces recobro mi niñez
Que aun corretea por entre este verdor
Que aun ríe entre el viento
Que sobrevive entre la escoria y la luz.
















GUERRA

La guerra se asoma por todas las esquinas
Recorre calles y avenidas
Se siente en el ambiente cual cosa corriente
Como pan de cada día
La muerte es moneda corriente
Circula de mano en mano
Quema y ya no nos duele
Dolor es cosa corriente
Nuestra gente muere eso es moneda corriente
Nadie se conduele, nadie se conduele, ¡nadie!
¡Nadie muere!, ¡nadie!
La guerra es nuestras noches y nuestros días
Es nuestro ambiente de muerte
Es cosa corriente
Es pan de cada día, la guerra, la muerte!


















1972

El tiempo me enseño su credo misterioso
El sereno latido de tu corazón
La sonrisa herida y noble
Que cicatrizo con tu muerte.

Te recuerdo en el 0leo de Bolívar
Que aun conservo.
En cada pincelada.
En el afán de regresar
A tu provincia verde
A tu Quevedo impostergable
A ese Ecuador siempre presente
En el que tantas batallas perdiste
En el crepúsculo menguante
De un siglo de sangre.

Estas en mi olvido, padre,
Estas en mi recuerdo.
En mi mentira diaria de vivir.
En estas palabras
Y en el asombro de saber,
Que he podido escribirlas.

Son las mismas que aprendí,
A tu lado.
Hay otras que ni siquiera he podido
Pronunciar.
Las que me enseñaste me han permitido
Ser humano.
Las he encontrado en el milagro antiguo
Del corazón anhelante y compasivo.








Tuyos han sido mis logros más íntimos
El miedo, el dolor, la muerte.
Aprender a verlos cara a cara
Y a compartir con ellos
Sin esperanza.
La vida es un dialogo
Sereno con la muerte.

































WHITE PLAINS

En White Plains la estación de un tren sin retorno
Y la ciudad sin sueño contenida en el corazón
White Plains duda y recuerdo, luz de otoño
Y oscuridad de invierno
Algarabía del consumo al interior de una galería
De plástico
Donde solo estábamos nosotros
Junto a monstruos de metal devoradores de ilusiones
Androides pertinaces que día tras día
Se alimentaban de odio.
White Plains donde la nieve
Silenciosa cae,
Y es entonces anciana la ciudad.
Desde mi ventana de park avenue
La observo con el delicioso placer
De no haberme convertido en un gringo ¡hijo de puta!
Con la alegría de haber escapado,
De ese destino de rencor y confort.
Siento alivio en la pobreza
Que me da calor en medio de este frió.
White Plains blanco puñal
En estas noches de invierno.













NEW YORK 1990


Mis palabras son hormigas sobre miel sintética
Moscas que revolotean sobre si mismas
Reflejadas en el rió Hudson.
Una ardilla olfatea nerviosa ante los autos
El Mapache se reinventa para huir del hombre
Se vuelve Racun y asociación para la conservación
De la vida salvaje.
Se vuelve hoja
Multiplicidad de hojas
Recogidas por manos impacientes.
Abismos de calles
Donde los Ángeles son espectros sombríos.
Los cadáveres sumisos se turnan en el subterráneo
Suben y bajan entre tejidos nerviosos.
Las palabras son entonces esos trenes,
Cargados de fétidas esperanzas.
Salmos fantásticos como el silencio.



















PAISAJE CON HOMBRE SOLO


Un hombre camina por la solitaria calle
Hasta su pequeña habitación.
Es invierno.
Por primera vez ve la nieve,
Que cubre aquella ciudad
Y aprende en otro idioma
Palabras claves
Cuyo sabor aun no paladea
Y es frugal su banquete diario de ilusiones.
Sus ojos aprenden signos perentorios
Conductas a seguir
Calles limpias y avenidas peligrosas
Ángeles que hurgan en los basurales.
Gravita cotidiano por entre grietas
Con las mismas preguntas sin respuestas
En el círculo protervo de siempre,
Con la soledad de espesa niebla
Adherida a la piel.
Y mas tarde el recuerdo,
Es un eco
Que narra la callada memoria
De aquellos días perdidos
Entre traiciones y furtivos amores.
Calles de sueños en cuyas veredas,
Las mujeres amaban a sus hombres,
Que después morirían en la guerra
Y volverían a hacerles el amor
Y gemirían de dolor
Al comprender esa condición etérea
Esa herida de eternidad abierta.





CIUDAD DE LEJOS

Son oprobiosos los caminos de la memoria
Aquellos que hoy recorro paso a paso.
En lento fluir discurren días y noches de infamia,
Inocencias y caricias, soles que alimentan,
Jornadas de cuchillos y lujurias calladas.
Avasallan la razón entre calles absurdas,
De un barrio de luces tristes,
De seres perdidos, espectrales.
La familia se desboca cual pesadilla intermitente
De perversa inocencia y destino atroz.
Huyen por pasadizos sombríos
Sin poder romper la niebla densa de su prisión.
Luego partir y llegar adonde la fiesta fue la guerra
Adonde los días fueron la constante eternidad
De miserables hijos del odio,
Ante un sol rojo y un desierto de rapiña
En el cual la bestia se alimenta de conciencias.
Es la ciudad de lejos fruto de memoria
Es la mirada de ese ser que aun camina con otro cuerpo
Por calles de viento y busca en vano
La puerta del regreso














EN LA PRISION DEL PATIO


Para Vicente León Quintana


Una tapia en donde teje el crepúsculo
Un muro apenas recortado por media luna de plata
Y el hermano mira al sesgo la tarde
Entre los últimos ladrillos del día.
Así día a día los alambres
Se multiplican en sus manos.
Son telas de araña expuestas al sol,
Pedazos de lata,
Que se vuelven aves,
Sonrientes peldaños negadores de razón.
Entonces los pájaros picotean el silencio,
Carcomen el tiempo que se desangra
Sobre las montañas celestes
Y sus pasos vuelven al principio
De todo nacimiento
De toda muerte.





Santiago de Cali septiembre de 2000

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