El señor se bajo del tren camino por la vereda que lleva hasta el cafe que ofrecia una excelsa seleccion Colombia. No se habia tomado un tinto desde el dia que salio de su pais cocafetero. Se sento y pidio un expreso doble, lo apuro acompañado de nicotina por supuesto. No habia sino lanzado una bocanada de espeso humo cuando fue conminado a dejar el tabaco: No Smoking Here, le dijeron. Se marcho con el sabor del recuerdo y encendio otro cigarro, miro a todos lados, mientras hechaba humo cual locomotora vieja. Tosio largo y tendido, tosio tanto que creyo que se ahogaria en su propio esputo en medio de tanto gringo hijueputa, pero no, lanzo un ultimo escupitajo espeso y se calmo. Boto todos los cigarrillos y se prometio una vez mas dejarlo para siempre. Nuestro señor se perdio en la multitud de la Broadway con cuarenta y dos. yo lo segui, camine junto a el y comence a recordarlo, al lento reconstruir del pasado que tambien era el mio, lo vi acompañado de sus hombres los cuales obedecian ciegamente, hablar sobre sus crimenes seria un lugar comun. Ahora es un hombre con vida nueva, camina por estas calles; cambio una mala muerte por esta soledad, pero yo soy su sombra propia, de mi jamas podra escapar, yo no hago tratos con nadie.
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