Wednesday, May 20, 2009

LEJANIAS

La noche de luna llena del tres de julio de mil novecientos noventa y tantos, en la que conocimos a nuestro padre, fue realmente espantosa.Estábamos tan nerviosos porque íbamos a recordarnos, o por que, por lo menos las cosas -pensamos-iban a cambiar.El cuento fue que sucedió de todo pero de recuerdo poco. Teníamos entonces una agenda completa, con mapa incluido, una carta de navegacion hacia el pasado, con un perfecto croquis trazado y elaboradas palabras e imagenes amarillentas entresacadas de viejos periódicos y de apolillados libros. Estábamos hechos de pedazos de cosas inexistentes, caminamos por barrios sobre los cuales solo sabíamos pasmosas leyendas, famas oscuras. Nos internamos en esa Lejanías pueblo tórrido del Meta; la noche en el Llano acentúa la soledad y el frió es una afilada daga, la luna brilla y es un espejo en el que nos perdemos, nos devora, y desde allí nos mira, nos miramos.

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